El médico canadiense Rob Myers en su libro La Mujer que tragó su gato y otras
increíbles narraciones médicas cuenta el caso de un adolescente que buscando estimular
sus prácticas auto-eróticas se insertó por vía uretral un espagueti crudo. Al
intentar extraer la varita de harina tiesa, esta se quebró produciendo un dolor
indescriptible, El paciente corrió a urgencias en donde llegó alegando una
apendicitis. A veces la estupidez y la mala suerte forman conspiraciones asombrosas;
la residente que atendió a Chad –el nombre del paciente- no sólo era inexperta
sino lo suficientemente voluptuosa como para causarle una erección que terminó
fraccionando aún más la endeble pasta, que debió ser removida quirúrgicamente
pieza por pieza, valga la pena aclararlo, por un urólogo.
Es tan común esta práctica de
inserción auto-erótica que los proctólogos David B. Busch y James R. Starling de Madison, Wisconsin, compusieron una
lista de utensilios más sacados del colon. Tras haber estudiado 182 casos de
inserción de objetos foráneos, publican en la revista Surgery Magazine de 1986 el artículo "Rectal Foreign
Bodies". Por efectos de extensión y de pudor, reproduciré la lista sólo
parcialmente, señalando entre algunos objetos comunes, otros que son aptos para
hacerlo a uno reacomodarse en el sillón. Entre
los casos estudiados, aparte de las botellas, los pepinos, los bombillos y los
huevos, objetos comunes en la lista, se destacan diez palos de escoba, un
pocillo metálico, un cuchillo de cocina, un inflador de balones, un cuerno de
vaca, una cola de cerdo congelada, dos pares de gafas, una revista enrollada,
una jarra de cerveza con porta-vasos y 402 piedritas de la calle.
Es
de destacar que las 402 piedras fueron encontradas en la misma persona. El
sabio griego Demóstenes, uno de los tartamudos más elocuentes de la historia
por su retórica, solía llenarse la boca de piedras para practicar su
vocalización y dificultar su habla aún más antes de dar un discurso. Insertar
piedras por el culo no parece corresponder a ninguna capacidad retórica. En la
cantidad de 402, parece un intento de bajar el punto de gravedad, como en los
animales de peluche. Otro de los
elementos que se destacan es el de la jarra de cerveza con portavasos. ¿Qué meticuloso mancho-fóbico insertar el portavasos luego del vaso? Desde que
leí la lista me ha impresionado que la escogencia de objetos poco o nada tiene
que ver con la ergonomía y el diseño aerodinámico del mismo: un pocillo, unas
gafas. Es un acto de auto-agresión: maldita
sea, me meto esto por el culo. Es un acaecimiento total, definitivo, completo y acabado…Sólo
que con él la vida no termina sino que se abre un capitulo no tan apasionante
en un pabellón de urgencias.