El destino de todo texto

El destino de todo texto
Aldous Huxley "Si uno es diferente, está condenado a la soledad"

domingo, 30 de abril de 2017

La Letra E

A veces se me antoja como una pequeño manubrio, dos manijas y una tercer inoficiosa; la letra E mayúscula parece algo visto desde arriba. La estimo como una letra digna de los caligrafistas chinos. No sé si sea cierto, pero algunos dicen que es un pictograma que se le escapó a los antiguos egipcios e hizo cómodamente su nicho entre los alfabetos fonéticos: la letra E era un papiro, sus dos empuñaduras, la de arriba y la de abajo y un índice.
Su versión minúscula en cambio me parece un hombrecito de buenas maneras, sentado y peinado en una visita entrañable. No todas las e’s minúsculas son así de formales, unas parecen rodar sobre sí mismas llevando siempre afán en la misma dirección.

Es una letra curiosa, esta la e minúscula, tan moderna como la arroba, pero tan antigua como el circulo. Tómese nota de lo poco pendenciera que es la letra e: considérese esta tarjeta que me fue entregada el otro día:

Doctor Ricardo Navarro
Estomatólogo

Sin duda un hombre alzado en escuderías enteógenas. El doctor Ricardo, que nadie lo llame un odontólogo. La e le ha hecho el favor al buen doctor de darle la dignidad de la estoma, de lo eneagónico. Sus pacientes, con bocas entreabiertas, se encantan de las maneras verosímiles del doctor, elevando sus encantos, entonando sus entelequias. Un hombre que que aumenta el énfasis de la edulcorada vida de los epigastrios entiesados por elusivas epifanías.

Que eufónica es la e, abierta, franca, como una tonelada de mantequilla, poco oclusiva o abigarrada, como una tarde de miércoles, como los erradicados o los enfiestados. En los estatutos hay enmiendas, y los endebles estamentos tienden a ser erradicados; enhiestos endocrinólogos enaltecen la especialización de los espermatozoides. No se le culpe, a esta, la letra e. Errar de humanos es. Porque esta, la letra e, es la más antropoide de todas las grafías; su voz sin proponérselo, como la de un violoncelo suena como la de los seres que la crearon: entonada.

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