El destino de todo texto

El destino de todo texto
Aldous Huxley "Si uno es diferente, está condenado a la soledad"

lunes, 14 de marzo de 2011

Por sugerencia de Mario Mendoza, va este reto a la tolerancia...

El Dios Tamal

Todo comenzó en la ciudad e Rosario, Argentina, cuando dos adictos al fútbol, en pleno síndrome de abstención por carencia de perspectiva de partido, se llamaron el 30 de octubre de 1998 a desearse un ‘feliz año’. Era el cumpleaños de ‘El Diego’ y concordaron que los relojes del mundo debían ponerse a ‘cero’ en el momento que el Sol reconoció a su hijo predilecto: el atorrante Tamalito argentino Diego Armando Maradona, un dios sin cuello. Ahora, en el año 50 d.D. –‘después de Diego’; los maradonianos cuentan las centurias a partir de su nacimiento- tienen una Iglesia de más de cien mil miembros en cincuenta y seis países del mundo. No se crea ni por un instante que se trata de una broma inofensiva de la hinchada. Hace dos años la Iglesia había casado a más de cinco parejas, y bautizado a más de cuarenta niños, que ilegítimos serán por haber sido concebidos algunos por fuera de la bendición del dios Tamal.


Pero herejes somos los que no nos referimos a ‘El Diego’ por su nombre sagrado. Los creyentes acudieron al antiguo arte del Tetragramaton (de verdad lo hicieron) para nombrar a Diego sin herejía, un juego hasídico que combina cuatro letras con el fin de encontrar el nombre secreto de Dios. El atorrante fue rebautizado con el ilegible apelativo de D10S. Así, una ‘D’, el 10 de capitán y vaya uno a saber por qué, una ‘S’. Se puede pronunciar ‘DIOS’. Como cualquier deidad, el dios Tamal hace milagros. Milagro: violar una ley para producir un ‘prodigio’. Si ‘El Cristo’ violó las leyes naturales para multiplicar peces, ‘El Diego’ violó la más básica del fútbol para meter un gol en 1986 contra Inglaterra: lo hizo con la mano. Pero fue tan hábil, que lo realizó ante los ojos del mundo sin que nadie lo notara, como los verdaderos milagros afirma Hernán Amés, sacerdote fundador de la secta. Es el milagroso arte del criminal impune que solo un latinoamericano comprende del todo. Tiene sentido; al fin y al cabo la hostia y el vino se transforman ante todos sin y nadie en verdad lo vea… Bien, claro, si Michael Jordan nunca metió una canasta pateando el balón naranja, ha de ser por carecer de esencia divina, nunca por jugarla limpio. Hoy el rito para ser aceptado en la Iglesia de Diego es comulgar con el pecado milagroso y meter un gol simbólico con la mano ante la vista de todos.

Frente a una pelota de fútbol coronada por alambre de púas que le extrae una hilillo de sangre apócrifo a los pentágonos, similar a Wilson de Naufrago, arrodillados, llorando con lágrima tendida y verdadera frente al ‘Golario’, un collar de treinte y seis cuentas, una por cada gol célebre, los creyentes presencian los misterios. Diego está en todas partes, dice el fundador Héctor Capomar, tiene el don de la ubicuidad; está en la televisión, en la radio, siempre permanece en los afiches que de él tenemos, lo cual da cierta tranquilidad. Havelange le intentó cortar las piernas y Pelé fue su Judas, pero el dios Tamal, resucitó al tercer día de rumba, y volvió a ser un atorrante boludo.

A algunos no les basta estos fríos rituales convencionales. Dos serios comentaristas, el uruguayo Walter Hugo y Claudio Gilioni, tienen por costumbre peregrinar a las canchas en las que D10S ha metido goles célebres, en donde se ha visto al segundo besando el palo del arco, como si fuera el Manto de Turín y a Hugo comiendo pasto de la meta que fue profanada por el balón impulsado por los sagrados pies, tal como los ascetas del siglo XIII. ¿Por qué? Hay que ponerse en el lugar del que realmente cree, sin bromas y caer en cuenta que el dios Tamal es el camino, la verdad y la vida. Dichosos los que pueden seguir sus pasos y adorarlo sin desearle la muerte. ¡Qué extraordinariamente difícil es la tolerancia!

Roberto Palacio F.

2 comentarios:

  1. Uno sabe que cuando se dispone a leer este blog, se arma una minifiesta intelectual donde quizás uno no se siente invitado. Con el diccionario al lado, armo mis crucitalentogramas históricos, políticos y humanos que puede a uno arrancarle amarguras del alma, para convertirlas en la gracia alegría intima que su lectura siempre produce.

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  2. Uno sabe que cuando se dispone a leer este blog, se arma una minifiesta intelectual donde quizás uno no se siente invitado. Con el diccionario al lado, armo mis crucitalentogramas históricos, políticos y humanos que puede a uno arrancarle amarguras del alma, para convertirlas en la gracia alegría intima que su lectura siempre produce.Sixto Alfonso

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